
Siendo un niño de seis años, en Bilbao, Blas de Otero vio sobre el escenario a Federico García Lorca, de la mano de Margarita Xirgu, presentando ?Bodas de sangre?. A todo eso hace referencia en un poema que el poeta leyó el cinco a las cinco de 1976 y donde aparecen unos versos que son toda una declaración de intenciones: ?Recuerdo y no recuerdo?. Es decir, lo que pensamos que pasó y lo que ha quedado dibujado en nuestra memoria.En el caso de Federico García Lorca, podemos tener también esa impresión al visitar su casa natal. ¿Hemos visto este objeto en alguna de sus fotografías amarillas? ¿Ese manuscrito es inédito o lo leímos antes? ¿Ese retrato no corresponde al de una postal que guardamos en casa? Es algo que nos provoca tener que volver siempre a esa casa, el primer hogar de Federico. Y todo ello gracias a la labor emprendida por Juan de Loxa, que siempre estuvo en continuo estado de ebullición. Supo como nadie rescatar tesoros que de otra manera ya no recordaríamos. Él los recordaba y logró que los amigos de Lorca los ofrecieran a Fuente Vaqueros. Inercia que se mantuvo durante treinta y cinco años.Esa es la base de la exposición que abre sus puertas en el museo-casa natal: un recorrido por el legado de un poeta a través de los ojos de otro poeta. Es un Lorca a través de Loxa o, al menos, como modestamente creemos que lo habría contemplado esa alma ausente que sigue presente en estas salas.Los fondos de este museo son únicos y ofrecen una mirada completa al universo lorquiano.
Visitas guiadas a las 10, 11, 12, 1 y 2; de martes a domingo. Lunes y festivos cerrado