Con su pelo de color azul y un anillo en la nariz, la joven anarquista Zosia Rodkévich se propuso grabar a Borís Nemtsov, un conocido político, que según sus ideas prestablecidas le parecía un ser prehistórico (tenía 53 años, ¡todo un anacronismo!), un burgués egocéntrico, señorito y heredero de Yeltsin. Durante tres años interrumpidos de rodaje, el mamut-señorito pasó a convertirse en su amigo muy próximo. Enérgico y carismático, presumido y enamoradizo, valiente y acomplejado, triunfador y vulnerable, honesto e irónico, testarudo, respetuoso… y muy
auténtico.La película quedó inconclusa. El protagonista murió asesinado.