El próximo domingo 7 de julio, a las 8 de la tarde, el Mira de Amescua abre sus puertas para recibir la algarabía y la alegría de la Orquesta Filarmonía de Granada baja la dirección de (no podemos evitar admirarlo tanto) Ricardo J. Espigares Carrillo. Y no vienen solos, Guillermo Pastrana les acompaña. "Ricardo, si tú me llamas allí estaré". ¡Dicho y hecho!

Aprovecharán la excusa del aniversario de la muerte de Fouré para iniciar este concierto, dedicando su primera parte a esa nueva tendencia musical francesa que surge a finales del siglo XIX para alejarse de Wagner y que encuentra en sus filas a Fauré y Saint-Saëns. Escucharemos La Pavana de Fauré un flirteo con la frivolidad amorosa, con lo efímero, con la belleza estilizada. Luis Ángel de Benito dice que Fauré es un encantador de melodías. Es francés, no lo puede evitar.  Para concluir la primera parte hará su entrada estelar Guillermo Pastrana interpretando el Concierto para violonchelo núm. 1 de Camille Saint-Saëns. Vuelve otra vez esa elegancia francesa, el savoir faire de nuestros vecinos que deja ver en el solista al incontestable protagonista dotado de una nobleza incuestionable.   

Vamos ya con la segunda parte del concierto, la que le da título al concierto. Está dedicada a la Sinfonía Nº. 7 en La Mayor Op. 92, obra del genio alemán Ludwig Van Beethoven. 

Muchas fueron las interpretaciones que tras su estreno se hicieron: que si era una “Sinfonía Romántica”, una "ronda de campesinos", "la más alegre de las bodas; la novia es una doncella celestial con una rosa en su cabello: sólo una",  "una procesión por las catacumbas", "una alegre mascarada", "una historia de la caballería morisca", "un sueño de amor de una suntuosa odalisca" o "una revolución política", esta última afirmación provocó la furia de Beethoven. 

La respuesta a todas estas fantasiosas y presuntuosas interpretaciones fue provista por Beethoven mismo al referirse a la independencia que existe entre la música y los seres humanos"Las gentes nada significan: son sólo gentes; generalmente se ven en otros, y eso es precisamente el nada. ¡A un lado con esto! Lo bueno, lo bello, no ha menester de las gentes. Está ahí, sin ayuda de nadie...". No podía ser otro, solo Beethoven ostenta el poder suficiente para formular esta afirmación.
Acérquense al concierto, presten atención al último movimiento de esta Sinfonía y entenderán el brío y la grandeza del gran universal magister de la música, Ludwig Van Beethoven.